Hay lugares del alma que es mejor no visitar, dejarlos en el olvido, abandonarlos a su suerte.
Aunque a veces somos necios y volvemos. Los visitamos con ansias y ahí están, siguen intactos, como si el tiempo no hubiera hecho mella en ellos, pero sí en nosotros.
Somos un poco más viejos, las cicatrices quedaron al igual que los recuerdos, pero el sentimiento se fue para no volver.
No queda ni rastro, ni de ti, ni de mí, ni de nada. No dejamos de ser un fotograma que no va a dar a luz a un largometraje.