jueves, 22 de octubre de 2020

Temporal

—Pensaba que tardarías en volver.
—Yo también, pero me llegó una carta con tu nombre. 
—¿Y qué me has venido a decir?

Desplazó su huesuda mandíbula hacía abajo y pude ver sus blanquecinos dientes, intentó mostrar algo parecido a una sonrisa irónica.

—Eso ya lo sabes, aunque aún no lo hayas querido aceptar. Quería traerte algo antes, quiero que lo cuides bien, es muy importante para mí, no lo pierdas.

Metió la mano en el bolsillo y extrajo lo que en apariencia era un collar con la cadena plateada y una joya azul que adornaba como una especie de medallón con una apertura en el lado derecho.

—Es un regalo que te hago, protégelo porque te será muy útil allá donde vas a ir. —lo colocó sobre la palma de mis manos y volvió al sillón.

—¿Para qué sirve? —lo alcé para poder verlo en diferentes ángulos ya que era difícil con la poca luz que ofrecía la noche. 

—No puedo decírtelo, porque yo tampoco lo sé, me fue otorgado hace mucho, por suerte jamás tuve que darle utilidad. Espero que puedas descubrirlo tú mismo por los dos. Cuídate.

Se levantó despacio y se dirigió a la ventana, un caballo negro le esperaba abajo. Después de un pequeño esfuerzo batallando con las ramas de los árboles logró caer a la perfección sobre él. El caballo relinchó y se levantó a dos patas, la muerte le agarró de su musculado cuello y juntos se alejaron hacía el horizonte hasta desaparecer en la oscuridad. 

Me libré, aún si saber bien cómo, una vez más de su afilada guadaña.. no fue la última vez que nos vimos desde luego, pero eso es otra historia




Ilustración de Nicolas Navarro. 

miércoles, 14 de octubre de 2020

Baraja Inglesa

Llevaba sintiendo el abandono mucho tiempo, había soñado con una estabilidad efímera toda su vida, esa estabilidad que sólo se encuentra en los castillos de naipes. 

 Ojalá Miranda la hubiera encontrado en una amistad, en el amor o en la familia. Desde niña había sido una maestra en los juegos de azar y aunque solía hacer trucos de magia quien realizó el mejor truco de escapismo fue papá, ya que un día salió por la puerta y no volvió a aparecer nunca más. Fue un truco que realmente le sorprendió. 

 Con el paso del tiempo aquello influyó mucho en Miranda, ella también hacía desaparecer la materia líquida de las botellas de alcohol, también usaba el escapismo para huir de las relaciones cercanas por miedo a que volvieran a abandonarla y sobretodo le encantaba apostar.

Apostaba a cualquier cosa, carreras de caballos, ruleta, blackjack, incluso al ajedrez si pillaba a alguien lo suficientemente inocente como para aceptar la oferta. Era lo único que podía llenar aquel vacío, el juego la entretenía, la había preparado para pruebas mentales mucho más elaboradas y eso la aislaba de pensamientos intrusivos. 

 No tenía tiempo para nada más, sólo para tréboles, picas y rombos. El único corazón que Miranda ponía en juego era el de la baraja inglesa.


domingo, 11 de octubre de 2020

La llegada

Apareció de la nada y me sobresaltó. Su fino manto le descubría partes de su cuerpo, pisaba el suelo de forma dispersa, como si ya hubiera caminado más pasos de los que nadie se había alcanzado caminar. La luz de la ventana descubría una túnica rasgada por el tiempo que dejaba a la imaginación lo que se ocultaba debajo.

—Pensé que nunca llegarías.
—Sabes que tarde o temprano debo recogeros a todos.

Agarró el viejo sillón que se situaba junto a la cómoda y lo colocó junto a la cama, se retiró la capucha y una especie de escalofrío recorrió mi cuerpo, no había suficientes jerseys de lana de la abuela Clarice en el mundo que pudieran quitarte ese frío.

—¿Había mucho tráfico? —pregunté a modo de burla.
—Lo normal.. ya sabes cómo funcionan estas cosas, hay días que la lista es más larga que otros.

El viento colocó una nube por delante de la luna y volvió la completa oscuridad. Intentaba que no se notara la inquietud que pesaba sobre mí, no era la primera vez que venía pero esta vez parecía la definitiva, y eso que había intentado despistarla todas y cada una de las veces pero cada día que pasaba era mucho más difícil hacerla marchar. 



viernes, 2 de octubre de 2020

Celestial

Estaba agotado, llevaba todo el día de aquí para allá buscándolo, corría de un lado a otro sin detenerse. De pronto, como una sombra, se cruzó delante de él, como si no lo hubiera visto o lo hubiera podido percibir.

El ángel le siguió los pasos y lo agarró del brazo con firmeza, este lo apartó con brusqueda.

—Te he dicho que me dejes en paz. No te necesito, no eres más que un estorbo.

—Mira, no tengo por qué aguantar esto –dijo el ángel– buscaré alguien mejor.

—De verdad lo espero, a ver si así te entretienes y dejas de molestarme. 

Todo el mundo sabe que ser un ángel te convierte en una criatura pura, un ser celestial cubierto de luz y magnificencia, pero estaba muy exhausto, llevaba mucha carga sobre sí y sólo quería pegarle una angelical patada en su culo. Así que respiró hondo, su aura comenzó a tornarse rojiza y su rostro dibujó una expresión de ira:

Escúchame, Roger, si vuelves a mentirme pesará más en tu conciencia que en la mía.
No seré yo quién te castigue, pues es el ojo de Dios es que está puesto sobre ti y no el mío.
No serán mis manos las que te suelten, serán de la verdad. Caerás sobre el más profundo abismo, el diablo ascenderá la escalinata de azufre y te acompañará durante esa noche y todas las que estén por venir. Si vuelves a hacerlo, no sólo estarás inclumpliendo tu palabra, también el contrato que tienes con Dios.
Así que procura no hacerlo porque al hacerlo estarás condenando tu conciencia para la eternidad.



Ilustración de Amiri Bennett: