viernes, 2 de octubre de 2020

Celestial

Estaba agotado, llevaba todo el día de aquí para allá buscándolo, corría de un lado a otro sin detenerse. De pronto, como una sombra, se cruzó delante de él, como si no lo hubiera visto o lo hubiera podido percibir.

El ángel le siguió los pasos y lo agarró del brazo con firmeza, este lo apartó con brusqueda.

—Te he dicho que me dejes en paz. No te necesito, no eres más que un estorbo.

—Mira, no tengo por qué aguantar esto –dijo el ángel– buscaré alguien mejor.

—De verdad lo espero, a ver si así te entretienes y dejas de molestarme. 

Todo el mundo sabe que ser un ángel te convierte en una criatura pura, un ser celestial cubierto de luz y magnificencia, pero estaba muy exhausto, llevaba mucha carga sobre sí y sólo quería pegarle una angelical patada en su culo. Así que respiró hondo, su aura comenzó a tornarse rojiza y su rostro dibujó una expresión de ira:

Escúchame, Roger, si vuelves a mentirme pesará más en tu conciencia que en la mía.
No seré yo quién te castigue, pues es el ojo de Dios es que está puesto sobre ti y no el mío.
No serán mis manos las que te suelten, serán de la verdad. Caerás sobre el más profundo abismo, el diablo ascenderá la escalinata de azufre y te acompañará durante esa noche y todas las que estén por venir. Si vuelves a hacerlo, no sólo estarás inclumpliendo tu palabra, también el contrato que tienes con Dios.
Así que procura no hacerlo porque al hacerlo estarás condenando tu conciencia para la eternidad.



Ilustración de Amiri Bennett: 

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