Estaba agotado, llevaba todo el d铆a de aqu铆 para all谩 busc谩ndolo, corr铆a de un lado a otro sin detenerse. De pronto, como una sombra, se cruz贸 delante de 茅l, como si no lo hubiera visto o lo hubiera podido percibir.
El 谩ngel le sigui贸 los pasos y lo agarr贸 del brazo con firmeza, este lo apart贸 con brusqueda.
—Te he dicho que me dejes en paz. No te necesito, no eres m谩s que un estorbo.
—Mira, no tengo por qu茅 aguantar esto –dijo el 谩ngel– buscar茅 alguien mejor.
—De verdad lo espero, a ver si as铆 te entretienes y dejas de molestarme.
Todo el mundo sabe que ser un 谩ngel te convierte en una criatura pura, un ser celestial cubierto de luz y magnificencia, pero estaba muy exhausto, llevaba mucha carga sobre s铆 y s贸lo quer铆a pegarle una angelical patada en su culo. As铆 que respir贸 hondo, su aura comenz贸 a tornarse rojiza y su rostro dibuj贸 una expresi贸n de ira:
Esc煤chame, Roger, si vuelves a mentirme pesar谩 m谩s en tu conciencia que en la m铆a.
No ser茅 yo qui茅n te castigue, pues es el ojo de Dios es que est谩 puesto sobre ti y no el m铆o.
No ser谩n mis manos las que te suelten, ser谩n de la verdad. Caer谩s sobre el m谩s profundo abismo, el diablo ascender谩 la escalinata de azufre y te acompa帽ar谩 durante esa noche y todas las que est茅n por venir. Si vuelves a hacerlo, no s贸lo estar谩s inclumpliendo tu palabra, tambi茅n el contrato que tienes con Dios.
As铆 que procura no hacerlo porque al hacerlo estar谩s condenando tu conciencia para la eternidad.
Ilustraci贸n de Amiri Bennett:
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