miércoles, 14 de octubre de 2020

Baraja Inglesa

Llevaba sintiendo el abandono mucho tiempo, había soñado con una estabilidad efímera toda su vida, esa estabilidad que sólo se encuentra en los castillos de naipes. 

 Ojalá Miranda la hubiera encontrado en una amistad, en el amor o en la familia. Desde niña había sido una maestra en los juegos de azar y aunque solía hacer trucos de magia quien realizó el mejor truco de escapismo fue papá, ya que un día salió por la puerta y no volvió a aparecer nunca más. Fue un truco que realmente le sorprendió. 

 Con el paso del tiempo aquello influyó mucho en Miranda, ella también hacía desaparecer la materia líquida de las botellas de alcohol, también usaba el escapismo para huir de las relaciones cercanas por miedo a que volvieran a abandonarla y sobretodo le encantaba apostar.

Apostaba a cualquier cosa, carreras de caballos, ruleta, blackjack, incluso al ajedrez si pillaba a alguien lo suficientemente inocente como para aceptar la oferta. Era lo único que podía llenar aquel vacío, el juego la entretenía, la había preparado para pruebas mentales mucho más elaboradas y eso la aislaba de pensamientos intrusivos. 

 No tenía tiempo para nada más, sólo para tréboles, picas y rombos. El único corazón que Miranda ponía en juego era el de la baraja inglesa.


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